Management: ¿usted tiene ADN para ser un emprendedor exitoso?

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El talento no es transmisible. Ser emprendedor significa tener talento para los negocios: tener la idea, la voluntad para implementarla, el coraje para enfrentar los problemas que surjan al ponerla en práctica, y el ingenio para transformarla y adaptarla a los cambios que se presenten con el tiempo. La cuestión es: ¿usted tiene dicho talento, o simplemente es alguien con dinero que fantasea con tener su propia empresa?

USTED TIENE ADN PARA SER UN EMPRENDEDOR EXITOSO?

Por Alejandro Franco – contáctenos

Hoy me desperté sobresaltado. Había tenido un sueño inspirador, de esos que me dejan la cabeza caliente y llena de inquietudes. Me encontraba a mí mismo en companía de unos amigos, quienes me decían que no había llegado un consejero que habían solicitado para su hijo. Verán: el chico tenía ganas de lanzarse a crear su propio negocio, y quería que alguien con experiencia le hablara cómo formarlo, cómo organizarlo, redondear las ideas de cómo encararlo.

Me encontré a mí mismo hablándole al chico y dándole una perorata de aquellas. El primer consejo es que desistiera de hacer cualquier tipo de negocio si él mismo no podía darse maña para resolver los problemas iniciales del emprendimiento que quería lanzar. Una cosa es solicitar el asesoramiento de especialistas legales, contables, etc para resolver cuestiones técnicas que están fuera del ámbito que uno maneja – que es el negocio en sí -, y la otra es pedir a alguien que le dé todo armado para una empresita que quiere formar con el montón de dinero que tiene de antemano en su bolsillo. Porque tener un capital de inicio importante no le convierte necesariamente en un emprendedor con posibilidades de éxito. Muchos empresarios exitosos comenzaron con una mano atrás y otra adelante, y tan sólo guiados por una idea excitante y única que se les había ocurrido.

Lo primero que se me vino a la mente es que el ADN de Michelangelo no se puede transmitir a través de una transfusión de sangre. Tener talento para los negocios es algo innato, y se basa en una cuestión de sagacidad. Uno tiene que tener una idea – que puede ser revolucionaria o simplemente standard, pero a la cual se la va a encarar con un enfoque diferente a lo usual -, tiene que tener empuje para lidiar con los problemas que se van presentando, y tiene que tener ingenio para irlos resolviendo. El emprendedor de raza es un tipo que desea el control total de su negocio: es por ello que no delega en otros lo que él mismo puede resolver. y cuando se trata de un tema que no maneja, prefiere darle ordenes al especialista antes de dejar que éste implemente lo que deba basándose en su criterio profesional. Es muy simple: el emprendedor no hace todo lo que dice el médico, sino que toma al médico como si fuera un empleado especializado suyo – lo cual es cierto – y, en base a las opciones de decisión que le dá el médico, marca los caminos a seguir.

El segundo punto – y quizás uno de los más importantes – es la inquietud. El emprendedor de raza nunca se queda con lo establecido. El hombre busca, prueba, se da contra un muro, retrocede y busca el camino alternativo. Yo siempre comento lo mismo: he conocido a mucha gente que ha juntado, con gran sacrificio, unos dineros y se ha puesto un almacén de barrio. Y, a los cuatro años, ha bajado las persianas. Han decidido copiar un modelo de negocios tradicional y han pensado que, por el solo hecho de seguirlo a rajatabla, prosperarán (o no) de acuerdo a una serie de factores externos que van desde la suerte hasta la calle donde está instalado y la situación económica del país. Hubiera sido preferible que se ahorraran el dinero y que buscaran otro tipo de ingreso – quizás, como empleados en un trabajo tradicional – en vez de arriesgar en algo para lo cual no tienen idea. En ningún momento innovaron o tomaron decisiones arriesgadas. En cambio, conozco a otro emprendedor “barrial” que, al menos, va por el buen camino. Este hombre comenzó con una verdulería de barrio y le fue mas o menos bien. Decidió expandirse y salió a proponerle a los supermercados chinos del barrio que él se encargaba de sus respectivas verdulerías. Surgió la oportunidad pero también surgió uno de los inconvenientes más graves que suele presentársele a los emprendedores en expansión – el tema de cómo formar lugartenientes, subordinados capaces y honestos que sigan el lineamiento general del proyecto y que no atenten contra él – y, debido a ello, tuvo que cerrar en pocos meses su “sucursal”. Pero el verdulero no se conformó con el fracaso: trajo una heladera y armó una pollería en su negocio, sumándola a la verdulería que ya poseía. No sólo vendía pollo sino sus derivados – milanesas, hamburguesas, embutidos, etc -, y siguió expandiéndose. Instaló un aire acondicionado y, en plena tarde de verano, su negocio estaba abarrotado de gente. y si a eso le sumamos que sus horarios de atención al público eran extremadamente largos (hasta las 21.30 hs), pronto se descubrió a sí mismo en una situación de prosperidad. Había encontrado el camino correcto.

Ser un emprendedor exitoso no significa ser un Donald Trump en potencia. Sólo un 0.01 % de los emprendedores puede llegar a tener un negocio global exitoso del tipo Microsoft, Apple o Ebay, y en dichos casos el nivel alcanzado depende de la conjunción de una serie de condiciones excepcionales – la situación adecuada, el momento justo, la idea brillante, el genio detrás de la idea, capaz de manejarla, implementarla y expandirla, etc -. El resto de ellos puede considerarse exitoso si logran implementar su idea y vivir de ella con comodidad. Se aplica tanto al caso de mi amigo el verdulero como al dueño de una cadena de supermercados establecida desde hace 20 años y que posee perspectivas de expandirse. Lo que importa es la permanencia – que usted pueda vivir de su emprendimiento varios años después de haberlo fundado, sin perspectiva de cierre o de problemas terminales – y la voluntad de cambio. Esa electricidad interna que nos dice que lo que hay siempre puede mejorarse, y que nos hace disparar ideas nuevas cuando vemos algo que nos inspira.